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Historia

En la ciudad del Cusco, existen alrededor de dos mil migrantes que laboran como cargadores y/o estibadores, está conformado por mayores de 50 años y hasta los 10 años de edad, siendo así que la población joven alcanza aproximadamente a un 70%.
La labor que desarrollan los cargadores, se inicia a partir de las cinco de la madrugada, deambulando en los mercados de abastos en busca de trabajo, donde utilizan la fuerza física cargando bultos que en algunos casos sobrepasan los 120 kilos. La precaria situación económica que encuentra el cargador en la ciudad, lo impide a contar con un lugar donde dormir y alimentarse, por lo que en algunos casos recurren a personas conocidas para alojarse o de lo contrario pasan la noche en las carpas de venta del comercio ambulatorio, poniendo en serio riesgo su salud y su integridad física.
Por lo general el cargador es considerado como un ciudadano de segundo orden, son los más pobres entre los pobres, sufren todo tipo de marginación, el trabajo que realizan es poco valorado, son discriminados por su condición económica, social, cultural y por su idioma, el quechua.

La indiferencia a esta problemática por parte de la sociedad civil, las autoridades locales, instituciones públicas y privadas es muy notoria, pareciera que ellos formaran parte de la fisonomía social de la ciudad del Cusco, por ejemplo, para los medios de comunicación, los cargadores no existen o su situación no es lo suficientemente revelante para colocarlos dentro de la agenda noticiosa. Asimismo para las autoridades estatales, regionales y municipales, el fenómeno cargador tampoco reviste alguna importancia, a no ser en tiempo electoral.

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